Siempre me sentí felíz arriba de un avión

El boom de los creadores de contenido sobre viajes o «Vlogers» nos brinda el punto de vista sobre una vida que transcurre entre aeropuertos y turismo. Sin embargo, otra forma más antigua que la relacionada al mundo de las Redes Sociales sobre como es vivir viajando aún persiste y lo vemos a diario en nuestras vacaciones o vuelos de trabajo. El día a día de los TCP o azafatas/os desde la perspectiva de Valeria, una de ellas.

Por Sebastian Bustos Gomez

Son las 3:00 am de la madrugada y lo primero que hace es calentar agua y preparase un café fuerte para lograr abandonar el mundo de los sueños y la suavidad de las almohadas. Mientras cepilla sus dientes y se lava la cara sabe que hoy será un día pesado, con cuatro vuelos y casi doce horas de turno. Aún no terminó de recuperarse de la semana pasada, luego de volar 3 días seguidos en horario de tarde. A veces parece que fuera automático el empezar la jornada laboral apenas pone un pie fuera de casa, ya que mientras espera el bus para ir al aeropuerto las preguntas de los que serán sus pasajeros en unas horas ya comienzan, al verla de uniforme y con su valija. Valeria se cambia, acomoda elegantemente su cabello y procede a realizar el ritual del maquillaje, infaltable para toda azafata. Media hora después ya se encuentra dentro del taxi con dos de sus compañeras de vuelo y se dirige a su «oficina». Hoy viaja a Barcelona y Tenerife.

-¿Cuales son los mitos más comunes relacionados con las azafatos y azafatos?-

– Bueno, yo diría que algunos de los más repetidos son que las azafatas se lían con pilotos o que nuestro trabajo se limita a solo servír café. Hay un poco de verdad y un poco de mito. Si es cierto que pilotos y azafatas suelen relacionarse entre sí, es un ambiente cerrado y pasamos mucho tiempo arriba del avión. Y si bien nuestro trabajo consiste en gran parte en dar un servicio al cliente, lo principal de nuestra profesión es asegurarnos de que todas las condiciones de seguridad están en orden y sin problemas, para evitar cualquier incoveniente y que los pasajeros puedan disfrutar de un buen vuelo sin sobresaltos.-

-¿Cómo comenzó tu carrera en esta profesión?-

-Hace varios años hice un curso para Tripulante de Cabina en Buenos Aires, de donde soy. Lamentablemente nunca pude conseguír trabajo de esto allá y me desencante por otros sectores laborales mientras, al mismo tiempo, estudiaba Turismo y Hotelería. El año pasado vine por primera vez a Europa a trabajar en un Resort en Noruega. Practiqué muchisimo mi inglés y surgió la posibilidad de una convocatoria para TCP aquí en España, así que hice las valijas y aterricé acá-.

Valeria por las calles de Santiago de Compostela con su uniforme

Valeria toma su café y deja marcado el labial en el borde de la taza. Es el cuarto del día, algo bastante normal entre azafatas según me cuenta. El constante cambio de horarios y la descompresión de la cabina es lo que más cansa. La hinchazón y falta de oxígeno a mucha altura pasan factura en sus días libres, cuando no logra despegarse de la cama y necesita dormir, a veces, doce horas para recuperar fuerzas. Además, el uso de tacones con su 1.75 cm de altura por tantas horas seguidas no suele terminar en una agradable sensación al final del día en su espalda y pies.

-¿Cómo es un día típico para una TCP?-

-Te levantas unas dos o tres horas antes de que empiece el turno, aunque a veces eso signfique que sean las tres de la mañana. Generalmente desayuno y hago un poquito de tiempo mientras espero el taxi. Si es un turno más tarde, suelo ir en bus. Desde que llego a la parada ya empiezan las preguntas de los pasajeros. A veces no tengo idea que responder porque vuelan con otra compañía, pero siempte con una sonrisa y tratando de ayudar. Después en el aeropuerto nos reunimos toda la tripulación y en el avión hacemos un briefing sobre como va a ser el día y que tareas le corresponden a cada uno-.

-Lo bueno y lo malo de este trabajo es…-

-Diría que lo malo son los horarios, ya que cambian todas las semanas y tu cuerpo no llega a recuperarse bien por los cambios de presión. Sacando eso, el resto es positivo. Tienes descuentos en tickets y es un trabajo muy bonito. Puede volverse algo rutinario pero lo compenza el estar arriba de un avión, que es algo que me hace sentir felíz-.

-¿Que esperas para el futuro en esta profesión?-

-Siempre creía en sorprenderme con lo que el destino tenía para mí. En el 2016 dije: «Quiero ser azafata» y lo terminé logrando casi ocho años después. La verdad es que me gusta mucho este trabajo y quiero seguír haciéndolo, ya que hay muchas oportunidades de crecimiento y me ayuda a desarrollarme y mejorar como persona-.

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